jueves, 20 de septiembre de 2012

La perdida de identidad

Una de las características de la estructura económica mundial es y ha sido la asimetría, el desarrollo desigual entre dos polos opuestos: los países más desarrollados y las naciones en desarrollo; aquellos (el 20% de la población mundial) que tiene acceso al 80% de la riqueza de nuestro planeta.
Esta situación que hasta hace cincuenta años no tenía otra lectura que la de creer que unos (los ricos) lo eran por ser más listos y los otros (los pobres) lo eran por no saber cómo serlo, resulta que a finales del siglo XX empieza a existir una coyuntura mundial que hace que los listos (los ricos) no lo sean tanto y que los que no sabían cómo trabajar y hacerse ricos saben cómo provocar y hacer a estos la vida más incómoda.
Es en ese momento, donde el equilibrio económico y social está haciendo aguas, es cuando los grandes hombres del planeta ven la necesidad de hacer algo para seguir manteniendo su estatus, pero a mi entender, lo están haciendo muy mal. ¿Por qué?, pues porque no se les está ocurriendo otra cosa que seguir estableciendo las mismas reglas del juego que antes, es decir, dejar hablar y escuchar a los poderosos y desatender a los que no lo son.
Nada más lejos de la realidad, pues resulta que el siglo XX ha creado una tecnología que está permitiendo a todo el mundo, ricos y pobres, tontos y listos, estudiantes, empresarios y trabajadores, estar al tanto de todo lo que sucede en el mundo a través de las nuevas tecnologías, que con un “clic” se enteran de todo, o mejor dicho de todo lo que les interesa.
Aquí está el quid de la cuestión, el habitante del rincón más alejado del planeta, puede estar en disposición tecnológica para tener la información del mundo a su alcance. Este “conocer” es lo que ha hecho que una parte del mundo conozca la otra y que los que viven peor quieran vivir como los que viven mejor, esto se ha conocido siempre como la “gran brecha social”. Pero hoy esa brecha quiere ajustarse al ser más consciente, el ser humano, de lo que significa su gran capital humano. En términos económicos sabemos que todo capital puede invertirse para mejorar la situación existente y eso hace pensar en cómo obtener su máximo rendimiento y si este no puede alcanzarse en su país irá a otro donde tenga mayores posibilidades, a esto se le llama “inmigración” y es lo que está colapsando a muchos países del primer mundo.
Pero la realidad que se les presenta no es tan sencilla como hacer un análisis de su capital humano, ya que un ser humano no es una maquina que puede trabajar sin pedir nada a cambio. Un ser humano tiene sentimientos, familia, cultura, religión, etc., es decir una serie de atributos que al irse de su país los puede perder ¿Están dispuestos a perder su identidad? ¿Estamos dispuestos a perder aquello en lo que hemos creído?
(Autor José Antonio Puig. (charla en Collvert 1ª parte) 26-02-2011


Un itinerario con una grata Compañía

Sabemos que un itinerario es el camino previsto por donde debe discurrir un recorrido o viaje, y en el que vamos describiendo los aconteceres del recorrido. Para los católicos de la Archidiócesis de Valencia se nos ha brindado la oportunidad de realizar un recorrido de tres años con la mejor compañía que se podría uno imaginar: Jesús. Es un itinerario de renovación pero también lo es de iniciación; de renovación al pretender que se reanude nuestra relación con Dios con nueva energía y compromiso, y de iniciación para proporcionar los primeros conocimientos o experiencias sobre esta llamada de Jesús.
Todo viaje tiene un destino, así que el Itinerario Diocesano de Renovación también lo tiene: la identificación con Jesús, el Señor. Un caminar que nos recuerda al que San Lucas nos relata (cap.24-13) con los discípulos de Jesús, cuando apenados por su muerte huyen de Jerusalén y llegan hasta Emaús, comentaban entre ellos lo sucedido y en ese trayecto se le acercó Jesús y siguió con ellos, pero ellos no se dieron cuenta de quién era aquel acompañante. De nuevo Jesús quiere acompañarnos, a todos aquellos que libre y voluntariamente quieren hacer el itinerario de renovación, es el quién los elige, “no sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure” (Jn. 15, 9-17).
Ese encuentro personal con el Señor resucitado que nos sale al paso, como a los discípulos de Emaús, que sale al camino de nuestra vida cotidiana, tiene tres indicaciones a los que el texto del Evangelio de Marcos (Mc. 3, 13-19) hace referencia: vocación, encuentro y misión. Nuestro itinerario apostólico marca muy bien lo que se pretende en todo este itinerario, que nos convirtamos en verdaderos apóstoles, que nos demos cuenta de la llamada de Jesús. No se trata de lograr una capacitación para el anuncio del Evangelio en el mundo en solitario sino en comunión con el mismo Jesús y con toda la Iglesia.
Nuestros ciclos nos marcaran las tres indicaciones de nuestro itinerario. La Vocación, pues “llamó a los que el quiso”. El Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía son los sacramentos de la iniciación cristiana y que fundamentan la vocación común de todos los discípulos de Cristo. Vocación a la santidad, a compartir la misma vida de Dios y vocación a la misión de compartir la misma tarea de Dios, esa vocación es algo mas que un proyecto de vida, es responder a la llamada de Jesús. La vocación es pues una iniciativa suya, una iniciativa que espera nuestra respuesta, respuesta que la damos en el diálogo de nuestra oración personal. Esa vocación personal aceptada por cada uno de nosotros no debe olvidar la exigencia de la vida comunitaria, la comunidad parroquial, en la que se hace presente y cercana la totalidad de la Iglesia universal, lugar donde se descubre y crece la propia vocación.
El siguiente ciclo, que sigue a la vocación, es el Encuentro personal con Jesús, es el núcleo de nuestro itinerario. Solo será posible una auténtica y real Renovación, Diocesana y personal, si esta surge del encuentro con Cristo resucitado. No puede ser de otro modo. Siguiendo el relato de los discípulos de Emaús, vemos que es “estar con él” lo que hace cambiar radicalmente de vida y suscita un nuevo dinamismo, así pues el itinerario quiere ser cauce para este encuentro personal con Jesús. Dejemos que Dios hable a nuestro corazón y lo haga arder de nuevo, y veremos como aumentan nuestras esperanzas. Con esos pequeños grupos, que forman el itinerario, en un clima de oración y de encuentro con Jesús, iremos desgranando la Historia de la Salvación de la que formamos parte. Ese será nuestro camino de Emaús personal y comunitario, y en el que nos encontramos con otro acompañante que nos revelará el sentido mismo de nuestro caminar juntos.
El último ciclo, tiene una proyección misionera. En el texto de Marcos indicado al principio, (Mc. 3, 13-19), aparece la frase “para enviarlos a predicar”. La categoría principal que subyace en este año es, pues, la de Misión, que tiene como fuente de todo su dinamismo al Espíritu Santo. Este ciclo nos tiene que ayudar a reflexionar, y a tomar posturas y decisiones, sobre la misión en el mundo contemporáneo , sobre el anuncio y la vida según el Evangelio en nuestra sociedad y en nuestra Iglesia particular. Si queremos ser Iglesia de Cristo debemos ser Iglesia misionera. Es la misión de la Iglesia hoy en Europa. Evangelizar constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad mas profunda. Si existe es para evangelizar, o sea predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la Santa Misa.
El itinerario nos marca claramente sus paradas, reflexiones, vivencias, participación y comunicación. Cada parada es una toma clara de fuerza y energía para poder llegar a la siguiente, Jesús nos acompaña y nos da las fuerzas, para responder a esa llamada. Debemos estar preparados como todo atleta lo está para iniciar su recorrido, cumplir su misión,  y cubrir sus objetivos. Así pues, para responder a su llamada deberemos ser participes, con periodicidad, de los sacramentos de iniciación: Confesión y Comunión, esto nos dará el conocimiento: preparación. Con Jesús en nuestra vida podremos dejar que él nos hable a nuestro corazón: oración. Finalmente deberemos tomar postura y decisión para seguir adelante y contagiar a los que nos rodean: compromiso. Con preparación, oración y compromiso, llegaremos a nuestra meta en este itinerario, con la alegría y esperanza de que no estamos solos, es un itinerario con una gran compañía, la de Jesús resucitado, y como San Juan de la Cruz lo expresa: No se contenta ni satisface el hombre con menos que Dios (Cantico espiritual. 6)
José Antonio Puig Camps. Parroquia del Buen Consejo, Valencia Mayo 2011

La crisis económica mundial

El racionalismo político ha puesto siempre de manifiesto uno de los defectos mas grandes de la sociedad, cual es, el egoísmo humano. Cuando el ser humano se desprende de todo tipo de consideraciones éticas y morales, y solo se escucha así mismo, hace que tenga razón la frase de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
La crisis económica mundial, la última que se inicia a finales de los 90 del siglo XX, puso de manifiesto la necesidad de mantener un equilibrio de ingresos y gastos reales. La sociedad americana alimentó la idea del poder y la hegemonía, que sus políticos habían puesto de manifiesto desde la era Reagan con la guerra de las galaxias. Las inversiones americanas mostraron que se basaban en un engaño económico, donde el papel (¡que sufrido es!) enmascaraba la situación real de sus finanzas. El estornudo americano con las perdidas cuantitativas, fruto de las guerras abiertas con Iraq y Afganistán; sus contiendas de policía del mundo y su egoísmo y prepotencia, han mostrado la cara mas marga de esa nación que hasta entonces parecía un gigante que nadie podía vencer. ¡Error!, se tropieza otra vez con la misma piedra, que su contienda con Vietnam años antes, le había puesto con estas últimas escaramuzas.
La caída de Wall Street, que en cifras fue superior al del año 1929, se ha zanjado con el encarcelamiento de algunas cabezas importantes, públicas, por supuesto, pero no políticas, pero a costa de los bolsillos de los contribuyentes. La importante caída de empleo, ya de por sí deteriorado por las malas condiciones y desigualdades de rentas americanas, la perdida de poder adquisitivo, el gran déficit público y la caída del PIB, han hecho que el presidente Obama se pusiera las pilas en el 2009 y tratara de contener la caída de su Imperio.
Por otra parte la Europa del euro ha tenido que revisar sus cuentas; también sus finanzas han demostrado no estar suficientemente aseguradas, el Estado de bienestar empieza a sufrir la situación, y los avances de los estados socialdemócratas tienen que hacer concesiones. Unos países europeos han sido capaces de darse cuenta y actúan pronto ante la crisis, otros como Grecia, Portugal y España, lo han hecho mas tarde. A pesar de la crítica de muchos, el euro ha salvado los muebles de Grecia; Portugal ve la situación y está poniendo sus barbas a remojar. En cuanto a España, paradojas de la vida, un gobierno socialista ha tenido que imponer, tarde y mal, políticas antisociales para salir, ¿airoso?, de una situación que debería haber afrontado antes. Se habla de la burbuja inmobiliaria, de la falta de control del gasto en las familias, de que se gasta mas de lo que se tiene, pero yo pregunto ¿no será que el gobierno perdió el control del gasto público y de las entidades bancarias? ¿Por qué, metidos en crisis, aun se daban créditos superiores a la capacidad de su reintegro?.
Como al principio decía, el egoísmo abrió, al actual gobierno socialista, la creación de empleo ficticio, abriendo las puertas a la inmigración sin control alguno, manteniendo el gasto público en acciones bélicas y ayudas sociales que no podía ni debía hacer, y sobre todo no haber sido lo suficientemente sincero para mostrar la verdadera situación del país. La crisis económica mundial ha mostrado, una vez mas, que debemos ser cautelosos, ¿racionalistas prácticos?, y que en el hoy se debe contemplar siempre el mañana.
Articulo de Opinión de José Antonio Puig para el examen de Relaciones Internacionales de la Licenciatura de Sociología (Febrero 2011)

Bases Sociales de la Política Española (1982-2004)

En España hay un antes y un después que configura el sistema de partidos políticos, la referencia o punto de partida lo tenemos en el periodo de transición política, que lo ciframos entre 1972 y 1982. En este periodo se estableció un sistema de partidos políticos que podemos denominar de pluralismo limitado, a partir de la oposición derecha–izquierda y con un predominio de partidos moderados en cada uno de los ámbitos del espectro ideológico: La Unión de Centro Democrático (derecha) y el Partido Socialista Obrero Español (izquierda). Desde las elecciones generales de 1982 hasta las de 1993, prevaleció un sistema de partido predominante u homogéneo, un único partido con mayorías absolutas reiteradas: el PSOE. Este sistema cambia a un sistema bipartidista entre 1993 y 2000 con necesidades de apoyo de los partidos nacionalistas con el fin de obtener mayorías que permitieran la gobernabilidad. El PP con su mayoría absoluta en el 2000 parecía inaugurar un nuevo periodo de hegemonía o partido predominante, que desperdició a favor del PSOE, con vuelta a un bipartidismo con la necesidad de apoyos de otros partidos (fundamentalmente los nacionalistas).
Si analizamos la evolución electoral en estos periodos, observamos que en el periodo de los años 80 el PSOE sufre un relativa retirada de apoyo por parte de algunos sectores de clases medias, que aunque pueden ser multicausales, no es menos cierto la influencia fiscal en estas clases medias que empiezan a pagar impuestos de acuerdo con estándares europeos. De hecho la refundación del Partido Popular, en 1988, representa mas allá del cambio de liderazgo (llegada de la generación de Aznar), un giro estratégico de planteamientos y objetivos hacia cuestiones de carácter económico y fiscal, con el fin de atraerse a esas clases medias con promesas de rebajas fiscales reiteradamente cumplidas tras su llegada al gobierno en 1996.
Cuestión de interés es la relación del PSOE con los sindicatos, en la segunda legislatura (1986-1989) este partido no tenia una clara oposición política y ésta se encontraba fuera del Parlamento con la aproximación de los dos principales sindicatos, que se convirtió en unidad de acción a medida que el PSOE y la UGT iniciaban su desencuentro que alcanzó su clímax en la huelga general de diciembre de 1988, arrancando al gobierno socialista importantes medidas redistributivas en materia de pensiones, sanidad, protección de desempleo, etc. con la consiguiente y progresiva erosión de la autoridad moral del gobierno de González. En 1993 con la crisis económica, se une el desempleo, los escándalos políticos y la recesión, con el consiguiente desplazamiento de su centro de gravedad hacia las clases pasivas (jubilados, amas de casa, etc.) para quienes los beneficios de las políticas redistributivas fueron mas duraderos (universalización de las pensiones, sanidad, educación, etc.), sectores que actuaban de contrafuegos electorales, acudiendo en apoyo del partido socialista, a medida que se acercaba el momento de cambio político (primero en 1993 y después en 1996 que pudo por fin ganar las elecciones). De ahí que los conflictos distributivos característicos del viejo orden industrial hayan ido cediendo al empuje de las tensiones redistributivas asociadas a las políticas de bienestar.
Esta perspectiva, nos pone de manifiesto el por qué el PSOE mantuviese el volumen de apoyos parecidos entre 1986 y 1996 (unos 9 millones de votos), pese a su tremendo desgaste lo que hizo fue reemplazar los votantes que perdía en el ámbito de la producción y el mercado de trabajo (como consecuencia de las políticas fiscales, laborales, etc.) por otros nuevos que se beneficiaban de las políticas de bienestar (sanidad, pensiones, etc.). Este proceso de transferencias electorales dio lugar a un desplazamiento del centro de gravedad del electorado socialista desde las clases trabajadoras (su núcleo tradicional) a sectores de jubilados y amas de casa.
Con las elecciones generales de 2000 se cierra, momentáneamente, el periodo de sistema bipartidista y de equilibrio de fuerzas característico de los años noventa, logrando el PP su primera mayoría absoluta. Esta mayoría fue fruto de la dinámica de dialogo social que el PP ponía en marcha a partir de su llegada al gobierno en 1996, que permitió la consecución de la bonanza económica (entrada de España en la Unión Monetaria), así como un clima de opinión favorable a su acción de gobierno, el PP, paradójicamente, había conseguido en una legislatura lo que el PSOE no había conseguido en cuatro.
El dialogo social fue una prioridad de su tarea de gobierno (PP) con su reforma laboral, acuerdo sobre las pensiones, etc., que marcaron la antesala para su victoria en el 2000. Pero esta segunda legislatura del PP se caracterizó por su ruptura del dialogo social en la primavera de 2002; mediada la legislatura el gobierno de Aznar daba numerosos indicios de que esa mayoría absoluta estaba modificando el estilo de gobierno que tan buenos resultados dieron en la legislatura anterior. Es cierto, que esa ruptura del dialogo social no fue responsabilidad total del gobierno del PP, pues los sindicatos también contribuyeron a ella, en el caso de UGT con un endurecimiento de sus posiciones que dejaba sola a CCOO con el gobierno y puso en cuestión el principio de unidad de acción que había presidido la actividad sindical durante los años 90. El “decretazo” del gobierno PP fue la respuesta unilateral a la decisión de los sindicatos de ir a la huelga general. El gobierno finalmente rectificó y tras una laboriosa gestión del nuevo ministro de Trabajo (E. Zaplana) el dialogo se restableció, indicando, el secretario de acción sindical de UGT, ser consciente de que era la primera vez en la historia de la democracia que con una huelga general el Gobierno rectifica algo que ya estaba implantado.
La posterior implicación del gobierno de Aznar en la guerra de Irak aumentó la impopularidad y el desgaste del PP, pero el empate en las elecciones municipales de 1993 mostraban que el PSOE era incapaz de recuperar el centro político que parecía haber abandonado el PP. De cara a las elecciones generales de 2004, la situación parecía decantarse de nuevo a favor del PP, pero los atentados del 11M trastocaron de forma súbita el escenario electoral, y el PP que un mes antes se presentaba como favorito de las elecciones (según el estudio preelectoral 2555 del CIS), las perdió. Entre otras cuestiones, que en este articulo no entro en analizar, se observa que el efecto de edad funciona como un factor de cambio, propiciando el voto de castigo tanto en 1996 como en 2004 y, con ello, el cambio de ciclo político. Pero a este respecto, podemos decir que no todo lo relacionado con la edad es factor de cambio, un análisis de González y Salido (2003) y que los datos de las elecciones generales del 2004 parecen confirmar, pues de los tres rasgos característicos del voto juvenil: baja participación, radicalismo e izquierdismo, los dos primeros son efectos de la edad, en tanto que el tercero (izquierdismo) sería mas bien un efecto generación de los que en 1986 tenían 25-34 años y en las elecciones del 2004 tenían, en su mayoría, 45-54 años. Así que las bases sociales de la política es la conveniencia de renunciar a cualquier idea de bases naturales, que permitirían, a partir de unos interés definidos de antemano, coaliciones para dar acceso a la ansiada hegemonía política e ideológica.

Articulo de Opinión de José Antonio Puig Camps, con datos obtenidos del libro “Tres décadas de Cambio Social en España” de J.J. González y M. Requena. Publicado 27-junio 2011

¿De verdad, queremos ser felices?

Benjamín Franklin decía que la felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.  Esas pequeñas cosas son las que el hombre ha desterrado de su vida, no le da importancia el que cada día pueda ir a trabajar, pueda andar, bañarse, ver, oír, sentir, amar, etc. Solo espera aquello que no tiene, es como el burro con la zanahoria que la lleva atada delante sin poderla nunca coger y sigue y sigue, al no ser consciente, de que esa pequeña distancia, la hace imposible a sus deseos. Pensamos con la mente, esclava ciega de nuestros cinco sentidos, sin darnos cuenta que la felicidad es interior, no exterior; y, como decía Henry Van Dyke, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos.
San Agustín, situó por encima de la teología natural, la teología sobrenatural, situándola fuera del campo de acción de la Filosofía, no estaba por debajo, sino por encima de ésta, y la consideraba su sierva, que la ayudaría en la comprensión de Dios. Dios no está nunca ausente de los asuntos del hombre, aunque con frecuencia no nos damos cuenta de su presencia. La felicidad es una gracia y el hombre es solo el receptáculo de esa gracia, pero no es la gracia en sí. El mundo ha perdido la visión del rostro de Dios y El se revelará de nuevo, quizá con furor, pero, sin duda, también con amor.
Como decía Víctor Hugo  la suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar de ti mismo y eso es lo que Dios nos regala un amor sin límites, por ser lo que somos e incluso a pesar de nosotros. El es amor, y el amor es la suprema felicidad. Pero ¿hasta que punto estamos preparados para ser felices?, la respuesta posiblemente nos la dio la Madre Teresa de Calcuta, al advertirnos que no debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y mas feliz. Si queremos ser felices debemos hacer felices a los que nos rodean, la felicidad no es hacer creer a los demás que somos felices sino en tratar de serlo, en compartir, en ceder, en entregarnos, en ser imagen de Dios.
El hombre jamás será feliz sino deja de ser egoísta, debe sustituir el yo por el tu, por eso me pregunto ¿queremos ser felices?, o tan solo es una representación mas de nuestra vida. ¿Hasta cuanto estamos dispuestos a dar para ser felices?. La naturaleza nos muestra la hermosura de la vida, una planta, un pájaro, un perro o un gato, por poner algún ejemplo, nos muestra que dan sin esperar recibir, no dan importancia a las cosas, quizás es por lo que San Mateo nos dice de que están todos ellos seguros de que el Padre celestial les dará su sustento. Ese vivir así, sin embargo, puede ser mal interpretado,  recuerdo una entrevista al dramaturgo Antonio Gala en la que decía que la felicidad es darse cuenta que nada es demasiado importante. Pero mi pregunta sería si ese “nada” nos lleva realmente a la felicidad, o es otra armadura que el hombre se pone para aislarse mas de los demás, el no querer ver los errores y horrores de la vida, que se cometen cada día, ¿podemos considerarlo como “nada”?. El hombre debe entregarse para ser feliz, debe abrirse a los demás y no debe caer, como dice Jorge L. Borge en el peor pecado que uno puede cometer. No haber sido feliz.
El filosofo Bertrand Russell decía que carecer de algunas de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad. Pero tal vez pudiera ser mas acertado decir desprenderse que carecer, pues si tengo algo que deseo y me desprendo de ello por los demás estoy haciendo felices a otros y es entonces cuando mi entrega nos hace a todos mas felices. Vivir para los demás no es solamente una ley de deber, sino también una ley de felicidad. Si nos fijamos en las pequeñas cosas de la vida nos daremos cuenta que para ser feliz solo es necesario sentirnos hijos de Dios, participes de su gracia, y así volver a recuperar la visión del rostro de Dios, que por desgracia tantos han perdido en la actualidad.
Articulo de José Antonio Puig Camps. Blog, julio 2011
Publicado por Jose Antonio Puig Camps

¿Donde pretendes ir tu solo?

A pesar del entorno social y familiar en que vivimos, se observa con verdadera alegría como algunos acontecimientos dan esperanza al maltrecho cuerpo de la vida. Junto a las alarmantes noticias económicas, políticas, sociales y de vecindario, a veces se cuela alguna que hace reverdecer los corazones. Es como si en un día caluroso, abriésemos la ventana y recibiéramos una fresca brisa que despierta tu aletargado cuerpo.
Me cuentan que al llegar la cruz y el ícono de la JMJ, al centro penitenciario de Martutene en 2010, el obispo de San Sebastián, Mons. Munilla pidió a la Pastoral Penitenciaria que organizara una peregrinación a Madrid para los reclusos que pudieran acudir. Veinte personas, entre reclusos, y otras personas vinculadas a la prisión, partieron en agosto rumbo al encuentro con el Papa un año después.
Fue hermoso observar como esas vidas encerradas y desprovistas de esperanzas, fueran recobrándolas en su estancia en Cuatro Vientos, comentando los reclusos que "Algunos aprovechamos la gracia de recibir el Sacramento de la Confesión”. Después de su celebración eucarísticas y de pasar ese domingo con el Papa esos reclusos dijeron: “nosotros no pudimos conciliar el sueño por la emoción que nos embargaba...¡nos sentíamos libres!”
¡Que hermoso!, ¿verdad?, un día que para algunos pudiera ser rutinario e incluso aburrido, para esos reclusos resultó ser el mas apasionante de sus vidas. En su misiva, enviada al Papa, manifestaban que "resumir todo lo que nos dijo es imposible, pero en nuestro corazón resuena el eco de algunas de sus palabras: ‘decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone".
Ese acontecimiento hizo que me preguntara ¿cuántos de nosotros hemos puestos nuestras vidas en manos de Jesús? La felicidad, tan codiciada por todos, puede ser algo tan sencillo como mostrar nuestra humildad al Señor, ponernos en sus manos y dejar hacer su voluntad. Pero comprendo, por otra parte, la dificultad que entraña para muchas personas el tener que confiar en Aquel desconocido que solo parece estar en los ambientes religiosos. Pero, ¿Qué ocurrió en los corazones de esos reclusos?, ¿estaban acaso ellos en un “ambiente religioso”?.
El ser humano tiene los pecados de orgullo, soberbia, pereza y envidia (entre otros posibles), algunos de los capitales, que son vicios opuestos a la enseñanza moral que el catolicismo y el cristianismo transmiten. Soberbia y orgullo, que nos quieren hacer mas que los demás, ¿como voy yo a mendigar y ponerme en manos de Jesús?. Pero ¿acaso sabes quien es Jesús?. La pereza, nos lleva a cejar de nuestras obligaciones, es la “tristeza de ánimo”. La envidia, que junto a la avaricia nos sumerge en un abismo de deseo difícilmente controlable. Pero, el remedio a todos esos vicios, es la humildad.
Para ser humilde lo primero que debemos saber es quienes somos ¿te conoces de verdad?, si es así, serás consciente de lo que puedes y no puedes hacer, y te darás cuenta que eres muy pequeño, muy insignificante. Pero también te darás cuenta que estas ante la presencia de algo mucho mas grande que tu pequeño ser, tan grande que no queda ningún lugar para tu ego. Algo infinito, trascendente, que impregna todas las cosas, y cuando eres capaz de reconocer esto, te estas haciendo humilde.
Pero tu me dirás, como voy a ser humilde en este mundo tan competitivo, tal vez la respuesta está en tener el equilibrio entre la humildad y el coraje. Mira, nos dicen que Moisés  fue un hombre muy humilde, sin embargo tuvo el valor de presentarse ante el Faraón y aún mas, ante Dios. Es por eso que la humildad no debe confundirse con el auto desprecio, la humildad es grandeza y reconocimiento a Dios por todo lo que tienes y por todo lo que eres capaz de hacer. El es poder infinito que te contagia, por su amor, de poderes insospechados, la humildad los hace resurgir y brillar en este mundo osado, donde todos nos creemos ser su ombligo.
Por eso, unos reclusos se sienten libres, los enfermos se sienten felices, los pobres se sienten ricos y los ricos se hacen pobres. Por eso la felicidad no está en el poder que emana de uno mismo, sino del que emana de Dios, que sabe, antes que tu, lo que realmente te interesa. ¡Jesús, yo me fió de ti!, ese es mi canto, mi oración, mi sentimiento, mi grito, mi fuerza. ¿Dónde pretendes ir tu solo?   
Publicado por Jose Antonio Puig Camp   24-09-2011

Pero, ¿El progreso existe de verdad en nuestra sociedad?

La idea de sentido común de progreso parece autoevidente, y ha ido evolucionando con los siglos. Sus orígenes intelectuales se remontan muy atrás en el tiempo, y desde su nacimiento, allá en la antigüedad, la noción se ha vuelto tremendamente influyente. Es la fe que hace funcionar nuestra civilización (Dawson).
El concepto de progreso, alivia la tensión permanente entre lo que la gente tiene y lo que querría tener, entre lo que son y lo que querrían ser, y lo hace proyectando la esperanza de un mundo mejor en el futuro, y afirma que su venida está asegurada, o que al menos es probable. El mundo cree hoy en el progreso, porque la única alternativa posible a la creencia en el progreso es la desesperación absoluta (S. Pollard).
Las primeras raíces de la idea de progreso pueden encontrarse en la antigüedad griega, donde se percibía el mundo en un proceso de crecimiento pasando por etapas (épocas) y produciendo avance y mejora (Platón en Las Leyes. Aristóteles en su Política. Protágoras detalla el progreso en la cultura). La segunda fuente del concepto (del progreso), la encontramos en la tradición religiosa judía, donde los profetas y las profecías dan una imagen sagrada de la historia, guiada por la divina providencia. 
Un cambio interesante de la idea de progreso se produce cuando llega la era de los descubrimientos geográficos, donde se hace evidente la tremenda variedad de formas sociales en las distintas partes del mundo. Variedad debida a los diferentes estadios de desarrollo o de progreso que algunas sociedades han alcanzado. La larga historia del partidismo etnocéntrico (euro-centrismo o americo-centrismo) típica de la mayoría de las teorías de cambio social, comenzó en ese momento. La época de la Ilustración aportó numerosos matices nuevos. Inmanuel Kant  proporcionó un sugestivo criterio de progreso, donde el significado y la dirección de la historia están marcados por el crecimiento de la libertad individual que es frenada al sentirse amenazada la libertad de otros.
Llegamos al siglo XIX, denominado como la “Era del progreso” por unos, y como el “triunfo de la idea de progreso” por otros. Este espíritu romántico del progreso es acompañado por la creencia en la razón y en el poder humano. La ciencia y la tecnología parecen portar la promesa de una expansión y un avance ilimitados. Tal clima intelectual encuentra reflejado en el campo recién nacido de la sociología. Saint-Simon y A. Comte se concentraron en el progreso del espíritu. Herbert Spencer subsumió el crecimiento y el progreso bajo el principio común de la evolución. Karl Marx bosquejó la utopía de la sociedad comunista, movimiento hacia la sociedad sin clases. Max Weber se dio cuenta de la poderosa tendencia hacia la racionalización de la vida social y la organización social y consideró esta la dirección principal en la que se mueve la sociedad. Émile Durkheim señaló la creciente división del trabajo y la integración de la sociedad concomitante a través de la “solidaridad orgánica”. Solo con el trabajo de Ferdinand Tönnies aparecen las primeras dudas acerca de la naturaleza progresiva del cambio, y se plantean las primeras advertencias contra los efectos colaterales del desarrollo.
Siguiendo a Nisbet se puede definir el progreso  como la idea de que la humanidad ha avanzado lenta, gradual, continuamente, desde la condición original de privación cultural, ignorancia e inseguridad hacia niveles cada vez mas altos de civilización, y de que tal avance continuará, a pesar de algunos retrocesos ocasionales, a través del presente hacia el futuro. Es una definición  bastante optimista. A lo largo de la historia, son varias las definiciones dadas de progreso. También está la noción de mejoramiento, valoración de cada estadio consecutivo del proceso como relativamente mejor que su predecesor. Esto último hace que nos demos cuenta de que el progreso siempre es relativo a los valores que se tomen en consideración. No es un concepto puramente descriptivo, distanciado, sino mas bien una categoría evaluativa, de tal manera que el mismo progreso puede ser concebido como progresista o no. Lo que constituye el progreso para unos puede no serlo para otros. O sea ¿progreso para quién?.
Sin embargo, no debemos caer en la trampa del relativismo absoluto. Hay varios grados en que los valores son relativos.  Existen medidas de progreso que son aceptadas como tales por la mayoría de la gente, que pueden tomarse como lo mas parecido a criterios absolutos de progreso, así parece difícil poner en duda que la mayor duración de la vida es algo universalmente deseado. Por otra parte, hay otras áreas en las que los criterios de progreso son muy cuestionables (p.e., la industrialización). También se ha hecho evidente que el progreso en un área puede a menudo acontecer a costa del retroceso de otra (El proceso de transición en la Europa Central y del Este proporciona multitud de ejemplos).
Por tanto, entre los criterios fragmentarios, parciales de progreso (en tanto opuestos a las imágenes utópicas generales) encontramos la salvación, el conocimiento, la comunidad, la libertad (negativa y positiva), la emancipación, el dominio sobre la naturaleza, la justicia, oportunidades vitales ampliamente accesibles. Hay una variedad igual de puntos de vista acerca del mecanismo del progreso. La primera, las fuerzas motrices (o agencias) del progreso. La segunda, tenemos que considerar la forma o el perfil que toma el proceso. Y tercero, tenemos que examinar el modo de operar de un sistema social que produce el progreso.
Al hablar de la agencia del progreso (sus fuerzas motrices) podemos distinguir tres estadios consecutivos en la historia del pensamiento social. Los primeros pensadores localizaban la fuerza motriz del progreso en el dominio sobrenatural (deidades, dioses, providencia, destino), donde la fe en el progreso ordenada desde las alturas, en tanto legado, produjera gratitud humana. Otros pensadores colocaron la agencia en el dominio natural, el progreso era un despliegue natural que demandaba adaptación como reacción humana concebible. Por último los pensadores modernos se inclinan a considerar a los agentes humanos (individuales y colectivos) como productores, constructores, del progreso. La humanización de la agencia conduce a la concepción del progreso como algo que ha de alcanzarse, construirse, desarrollarse, y que requiere por tanto de un esfuerzo creativo.
Por tanto, la diferencia mas fundamental es la que divide la noción de progreso mecánico, automático (en su versión sacralizada o secularizada) de la noción activista del progreso. La primera, postula una agencia (fuerza) extrahumana, la segunda se concentra en la gente y en sus acciones. La primera afirma la necesidad del progreso, la segunda admite la contingencia del progreso (que puede ocurrir, pero que igualmente puede no ocurrir) dependiendo de las acciones que realice la gente. En la primera el progreso acontece, en la segunda el progreso se consigue.
Si consideramos la manera de funcionar del sistema social que da lugar al progreso, aparece otro par de imágenes opuestas. Una (típica de los primeros evolucionistas) enfatiza el despliegue “pacífico”, armonioso de potencialidades progresivas. La otra se centra en las tensiones internas (torcimientos, contradicciones y conflictos) cuya resolución mueve al sistema en la dirección progresiva (el tema maniqueo de la lucha entre las fuerzas del bien y del mal, presente en la dicotomía de San Agustín, La Ciudad del Hombre y la Ciudad de Dios). Esta última la encontramos en el periodo moderno en la dialéctica de Hegel y Marx; en el darwinismo y su lucha por la supervivencia del mas fuerte; también está presente en el psicoanálisis freudiano.
Tras reinar en el pensamiento social durante casi trescientos años, la idea de progreso parece haber entrado en declive durante el siglo XX. Muchos observadores lo denominan el “siglo espantoso”, no ha de sorprender que se haya extendido la desilusión y el desencanto con la idea de progreso, reemplazándola por el concepto de crisis como lema del s. XX. Este pesimismo no se da solo en los países pobres y subdesarrollados sino también en los prósperos de la primera fila. El pensamiento social contemporáneo ha llegado a estar dominado, si no obsesionado, por la idea de la crisis (John Holton). Estamos siendo testigos de una curiosa “normalización de la crisis”.
¿Significa esto que el progreso ha muerto? Existen demasiadas razones para pensar que la idea de progreso es demasiado importante para el pensamiento humano como para eliminarla por las buenas. Está sufriendo un colapso temporal, pero tarde o temprano recuperará su sitio en la imaginación humana. Aunque para salvaguardar la continuación de su viabilidad, necesita ser revisada y reformulada.  
Los enfoques tradicionales, desarrollistas, hablan del progreso como algo inevitable, necesario, debido a leyes inexorables de la evolución o de la historia. Las teorías postdesarrollistas optan por una descripción diferente, posibilista, donde el progreso es tratado como meramente contingente, como una oportunidad abierta para la mejora que no se produce de forma inevitable.  Pero ¿Cuál es la naturaleza esencial de esta fuerza causal, generativa que produce el progreso? Se pueden señalar cuatro respuestas típicas:
1ª la doctrina del “providencialismo” que sitúa la fuerza última, motriz, del progreso (la agencia) en el orden sobrenatural que invoca la intervención de Dios.
2ª la doctrina del “heroísmo” típica de la historiografía tradicional (hermano mayor de la sociología) sitúa la agencia en los talentos excepcionales de los grandes hombres (líderes, profetas, reyes). Este ya es un dominio terreno, pero todavía extrasocial, pues depende de las propensiones genéticas, mas o menos accidentales, de personas individuales.
3ª la doctrina del “organicismo” introduce el componente social, de manera peculiar. Los orígenes del progreso son sociales.
4ª la doctrina del “construccionismo” cambia el énfasis hacia los individuos socializados reales, en sus contextos sociales e históricos presentes, y la fuerza motriz del cambio que se sitúa en sus actividades sociales normales y cotidianas. Algo del progreso resultante es intencionado, pero en su mayor parte es concebido como un resultado involuntario y a menudo no reconocido de los esfuerzos humanos, como el producto de una “mano invisible” (Adam Smith).
Esta propensión puede explicarse como el fruto de dos rasgos fundamentales del mundo humano: la creatividad (innovación) de los actores; y el carácter acumulativo de la experiencia humana transmitida socialmente (culturalmente) en el lapso histórico. Por tanto la fuente principal del progreso se encuentra en la ilimitada creatividad y educabilidad de los seres humanos. El progreso existe, pero con condiciones.
Las condiciones constrictivas naturales, estructurales o históricas, o la eliminación de motivaciones a favor del activismo pueden impedir que florezca la creatividad. De forma parecida, el proceso de acumulación, la transmisión de la tradición, puede quebrarse (tanto en el nivel biográfico como en el histórico: calidad de la familia, escuela u otras instituciones). En tales casos, es mas probable que se produzca estancamiento o regresión que progreso.
Charla de José Antonio Puig Camps, en TYRIUS (Valencia 2 noviembre 2011)

Pero, ¿El progreso existe de verdad en nuestra sociedad?

La idea de sentido común de progreso parece autoevidente, y ha ido evolucionando con los siglos. Sus orígenes intelectuales se remontan muy atrás en el tiempo, y desde su nacimiento, allá en la antigüedad, la noción se ha vuelto tremendamente influyente. Es la fe que hace funcionar nuestra civilización (Dawson).
El concepto de progreso, alivia la tensión permanente entre lo que la gente tiene y lo que querría tener, entre lo que son y lo que querrían ser, y lo hace proyectando la esperanza de un mundo mejor en el futuro, y afirma que su venida está asegurada, o que al menos es probable. El mundo cree hoy en el progreso, porque la única alternativa posible a la creencia en el progreso es la desesperación absoluta (S. Pollard).
Las primeras raíces de la idea de progreso pueden encontrarse en la antigüedad griega, donde se percibía el mundo en un proceso de crecimiento pasando por etapas (épocas) y produciendo avance y mejora (Platón en Las Leyes. Aristóteles en su Política. Protágoras detalla el progreso en la cultura). La segunda fuente del concepto (del progreso), la encontramos en la tradición religiosa judía, donde los profetas y las profecías dan una imagen sagrada de la historia, guiada por la divina providencia. 
Un cambio interesante de la idea de progreso se produce cuando llega la era de los descubrimientos geográficos, donde se hace evidente la tremenda variedad de formas sociales en las distintas partes del mundo. Variedad debida a los diferentes estadios de desarrollo o de progreso que algunas sociedades han alcanzado. La larga historia del partidismo etnocéntrico (euro-centrismo o americo-centrismo) típica de la mayoría de las teorías de cambio social, comenzó en ese momento. La época de la Ilustración aportó numerosos matices nuevos. Inmanuel Kant  proporcionó un sugestivo criterio de progreso, donde el significado y la dirección de la historia están marcados por el crecimiento de la libertad individual que es frenada al sentirse amenazada la libertad de otros.
Llegamos al siglo XIX, denominado como la “Era del progreso” por unos, y como el “triunfo de la idea de progreso” por otros. Este espíritu romántico del progreso es acompañado por la creencia en la razón y en el poder humano. La ciencia y la tecnología parecen portar la promesa de una expansión y un avance ilimitados. Tal clima intelectual encuentra reflejado en el campo recién nacido de la sociología. Saint-Simon y A. Comte se concentraron en el progreso del espíritu. Herbert Spencer subsumió el crecimiento y el progreso bajo el principio común de la evolución. Karl Marx bosquejó la utopía de la sociedad comunista, movimiento hacia la sociedad sin clases. Max Weber se dio cuenta de la poderosa tendencia hacia la racionalización de la vida social y la organización social y consideró esta la dirección principal en la que se mueve la sociedad. Émile Durkheim señaló la creciente división del trabajo y la integración de la sociedad concomitante a través de la “solidaridad orgánica”. Solo con el trabajo de Ferdinand Tönnies aparecen las primeras dudas acerca de la naturaleza progresiva del cambio, y se plantean las primeras advertencias contra los efectos colaterales del desarrollo.
Siguiendo a Nisbet se puede definir el progreso  como la idea de que la humanidad ha avanzado lenta, gradual, continuamente, desde la condición original de privación cultural, ignorancia e inseguridad hacia niveles cada vez mas altos de civilización, y de que tal avance continuará, a pesar de algunos retrocesos ocasionales, a través del presente hacia el futuro. Es una definición  bastante optimista. A lo largo de la historia, son varias las definiciones dadas de progreso. También está la noción de mejoramiento, valoración de cada estadio consecutivo del proceso como relativamente mejor que su predecesor. Esto último hace que nos demos cuenta de que el progreso siempre es relativo a los valores que se tomen en consideración. No es un concepto puramente descriptivo, distanciado, sino mas bien una categoría evaluativa, de tal manera que el mismo progreso puede ser concebido como progresista o no. Lo que constituye el progreso para unos puede no serlo para otros. O sea ¿progreso para quién?.
Sin embargo, no debemos caer en la trampa del relativismo absoluto. Hay varios grados en que los valores son relativos.  Existen medidas de progreso que son aceptadas como tales por la mayoría de la gente, que pueden tomarse como lo mas parecido a criterios absolutos de progreso, así parece difícil poner en duda que la mayor duración de la vida es algo universalmente deseado. Por otra parte, hay otras áreas en las que los criterios de progreso son muy cuestionables (p.e., la industrialización). También se ha hecho evidente que el progreso en un área puede a menudo acontecer a costa del retroceso de otra (El proceso de transición en la Europa Central y del Este proporciona multitud de ejemplos).
Por tanto, entre los criterios fragmentarios, parciales de progreso (en tanto opuestos a las imágenes utópicas generales) encontramos la salvación, el conocimiento, la comunidad, la libertad (negativa y positiva), la emancipación, el dominio sobre la naturaleza, la justicia, oportunidades vitales ampliamente accesibles. Hay una variedad igual de puntos de vista acerca del mecanismo del progreso. La primera, las fuerzas motrices (o agencias) del progreso. La segunda, tenemos que considerar la forma o el perfil que toma el proceso. Y tercero, tenemos que examinar el modo de operar de un sistema social que produce el progreso.
Al hablar de la agencia del progreso (sus fuerzas motrices) podemos distinguir tres estadios consecutivos en la historia del pensamiento social. Los primeros pensadores localizaban la fuerza motriz del progreso en el dominio sobrenatural (deidades, dioses, providencia, destino), donde la fe en el progreso ordenada desde las alturas, en tanto legado, produjera gratitud humana. Otros pensadores colocaron la agencia en el dominio natural, el progreso era un despliegue natural que demandaba adaptación como reacción humana concebible. Por último los pensadores modernos se inclinan a considerar a los agentes humanos (individuales y colectivos) como productores, constructores, del progreso. La humanización de la agencia conduce a la concepción del progreso como algo que ha de alcanzarse, construirse, desarrollarse, y que requiere por tanto de un esfuerzo creativo.
Por tanto, la diferencia mas fundamental es la que divide la noción de progreso mecánico, automático (en su versión sacralizada o secularizada) de la noción activista del progreso. La primera, postula una agencia (fuerza) extrahumana, la segunda se concentra en la gente y en sus acciones. La primera afirma la necesidad del progreso, la segunda admite la contingencia del progreso (que puede ocurrir, pero que igualmente puede no ocurrir) dependiendo de las acciones que realice la gente. En la primera el progreso acontece, en la segunda el progreso se consigue.
Si consideramos la manera de funcionar del sistema social que da lugar al progreso, aparece otro par de imágenes opuestas. Una (típica de los primeros evolucionistas) enfatiza el despliegue “pacífico”, armonioso de potencialidades progresivas. La otra se centra en las tensiones internas (torcimientos, contradicciones y conflictos) cuya resolución mueve al sistema en la dirección progresiva (el tema maniqueo de la lucha entre las fuerzas del bien y del mal, presente en la dicotomía de San Agustín, La Ciudad del Hombre y la Ciudad de Dios). Esta última la encontramos en el periodo moderno en la dialéctica de Hegel y Marx; en el darwinismo y su lucha por la supervivencia del mas fuerte; también está presente en el psicoanálisis freudiano.
Tras reinar en el pensamiento social durante casi trescientos años, la idea de progreso parece haber entrado en declive durante el siglo XX. Muchos observadores lo denominan el “siglo espantoso”, no ha de sorprender que se haya extendido la desilusión y el desencanto con la idea de progreso, reemplazándola por el concepto de crisis como lema del s. XX. Este pesimismo no se da solo en los países pobres y subdesarrollados sino también en los prósperos de la primera fila. El pensamiento social contemporáneo ha llegado a estar dominado, si no obsesionado, por la idea de la crisis (John Holton). Estamos siendo testigos de una curiosa “normalización de la crisis”.
¿Significa esto que el progreso ha muerto? Existen demasiadas razones para pensar que la idea de progreso es demasiado importante para el pensamiento humano como para eliminarla por las buenas. Está sufriendo un colapso temporal, pero tarde o temprano recuperará su sitio en la imaginación humana. Aunque para salvaguardar la continuación de su viabilidad, necesita ser revisada y reformulada.  
Los enfoques tradicionales, desarrollistas, hablan del progreso como algo inevitable, necesario, debido a leyes inexorables de la evolución o de la historia. Las teorías postdesarrollistas optan por una descripción diferente, posibilista, donde el progreso es tratado como meramente contingente, como una oportunidad abierta para la mejora que no se produce de forma inevitable.  Pero ¿Cuál es la naturaleza esencial de esta fuerza causal, generativa que produce el progreso? Se pueden señalar cuatro respuestas típicas:
1ª la doctrina del “providencialismo” que sitúa la fuerza última, motriz, del progreso (la agencia) en el orden sobrenatural que invoca la intervención de Dios.
2ª la doctrina del “heroísmo” típica de la historiografía tradicional (hermano mayor de la sociología) sitúa la agencia en los talentos excepcionales de los grandes hombres (líderes, profetas, reyes). Este ya es un dominio terreno, pero todavía extrasocial, pues depende de las propensiones genéticas, mas o menos accidentales, de personas individuales.
3ª la doctrina del “organicismo” introduce el componente social, de manera peculiar. Los orígenes del progreso son sociales.
4ª la doctrina del “construccionismo” cambia el énfasis hacia los individuos socializados reales, en sus contextos sociales e históricos presentes, y la fuerza motriz del cambio que se sitúa en sus actividades sociales normales y cotidianas. Algo del progreso resultante es intencionado, pero en su mayor parte es concebido como un resultado involuntario y a menudo no reconocido de los esfuerzos humanos, como el producto de una “mano invisible” (Adam Smith).
Esta propensión puede explicarse como el fruto de dos rasgos fundamentales del mundo humano: la creatividad (innovación) de los actores; y el carácter acumulativo de la experiencia humana transmitida socialmente (culturalmente) en el lapso histórico. Por tanto la fuente principal del progreso se encuentra en la ilimitada creatividad y educabilidad de los seres humanos. El progreso existe, pero con condiciones.
Las condiciones constrictivas naturales, estructurales o históricas, o la eliminación de motivaciones a favor del activismo pueden impedir que florezca la creatividad. De forma parecida, el proceso de acumulación, la transmisión de la tradición, puede quebrarse (tanto en el nivel biográfico como en el histórico: calidad de la familia, escuela u otras instituciones). En tales casos, es mas probable que se produzca estancamiento o regresión que progreso.
Charla de José Antonio Puig Camps, en TYRIUS (Valencia 2 noviembre 2011)

El nuevo año 2012: ¡ Tu decides!

El despertar de un nuevo año trae consigo, para los seres humanos, una serie de propósitos que nos alegran el corazón y el alma. Pero pronto van desapareciendo cuando nos enfrentamos a la realidad, que normalmente toma cuerpo de “poder” y “querer”: ¿Puedo realizar esto o aquello? ¿Qué obligaciones se me presentarán? ¿Costará mucho dinero? … y al final de estas consideraciones necesarias, pasamos a la condición suficiente ¿Quiero hacerlo?. El dilema del quiero y puedo están presentes en toda actuación del hombre desde el principio de la creación. Adán, quería pero no podía. Eva podía pero no quería.
Nuestra sociedad está marcada por factores adscriptivos que condicionan el futuro de los actores sociales. Los hay creativos, innovadores, orientados al logro o pasivos, conservadores o reconciliados con las posiciones que tienen adscritas. Pueden enfatizar la autonomía, la independencia, la integridad personal, o exhibir conformidad, adaptación y dependencia. Pueden tener una autoconciencia adecuada de su situación social o ser completamente ignorantes, y también estar atrapados en la mitología o en la falsa conciencia. Al final el “querer” estará influido, modelado de forma decisiva por el “poder”, pero también a la inversa. Por ello establezco que la condición necesaria y suficiente de todo ser humano para ser “libre” tiene que estar influida de forma única e inseparable por el “querer” y el “poder”.
El ser humano desea progresar, o lo que es lo mismo desea mejorar, transformarse, desarrollarse o simplemente ser o estar mejor que en el momento presente. Pero para conseguirlo debe prepararse, debe involucrarse en los compromisos sociales que nos envuelven, debe dejar comodidad por sacrificio y entonces, llegado a ese momento decisivo y fronterizo, desea encontrar la escusa para no autoculparse en el futuro de lo que es y pudo ser, y la frase mas socorrida será ¿Vale la pena hacerlo?.
Habíamos comenzado el año creando, como Weber, nuestro personaje ideal, lo que debería ser y aun no soy. Pero siempre pensamos que aún estamos a tiempo, y eso es cierto; lo es por la sencilla razón de que hemos sido creados para el progreso y por ello somos poseedores de dos nociones generales y sintéticas: libertad y autotrascendencia. Libertad (positiva o negativa) que me permite una libertad para decidir (poder) y una libertad de autonomía (querer) . Pero lo mas importante, una característica crucial es nuestra tendencia hacia la autotrascendencia, es decir, ir mas allá de si mismos, el superar las limitaciones, el romper con las constricciones, el cruzar la “frontera” de la condición humana: la trascendencia de la naturaleza, aprovechándola, controlándola y regulándola a través del trabajo; las trascendencia de las estructuras sociales mediante las evasiones, desviaciones, reformas y revoluciones; pero además esa autotrascendencia se potencia a través del aprendizaje, el entrenamiento, el autocontrol, la mejora, el avance y extensión de nuestros poderes humanos, obviamente limitados por la tecnología y otros elementos causales.
Todo ello es además explicable como fruto de dos rasgos fundamentales del ser humano: la creatividad (innovación) y el carácter acumulativo de la experiencia humana, constantemente ampliada y enriquecida, aprendida individualmente en el lapso biográfico, y transmitida socialmente (culturalmente) en el lapso histórico. Por lo tanto en último termino la fuente principal de nuestra transformación, de nuestro desarrollo, de nuestro progreso, y en definitiva de nuestro “querer-poder” se encuentra en la irreductible y esencialmente ilimitada creatividad y educabilidad de los seres humanos; capaces de concebir y heredar la novedad, de transmitirla, de acrecentarla, de darle forma o de negarla y apagarla. Aquí radica el que quiera y el que pueda, ¡seguir adelante!, no desfallecer ante constricciones o cicatrices del pasado, no socializar la pasividad, no entregarme.
Este nuevo año 2012, está repleto de incógnitas pero también de oportunidades, de ilusiones y de fracasos, de risas y lamentos, de amor y odio. ¿Cuál quieres elegir tu?
Articulo social de José Antonio Puig Camps.  Enero 2012

In Fieri

Hace pocos años tuve la gracia de visitar Estambul, preciosa ciudad, a su vez caótica y serena. Antigua capital de tres imperios: romano, bizantino y otomano; es la ciudad mas grande de Turquía. Entre las visitas guiadas, fui a la Basílica de Santa Sofía (símbolo de Estambul), cuya historia me llevó a la primera mitad del s. XIII cuando era la iglesia del Papa. Mas tarde, a mediados del s. XV, fue tomada por el imperio Otomano y convertida en mezquita.
Cuando vas acercándote a ella, sobrecoge su inmenso volumen con sus cuatro minaretes y su extraordinaria cúpula de mas de 30 metros de diámetros, su perfil se queda impregnado en tu mente y ya es algo que nunca olvidarás. Se encuentra en el punto mas alto de Estambul y, si te has quedado atónito en su visión externa, aún te impresiona mas cuando visitas su interior. Las dimensiones de la sala principal (70x74 metros), con una iluminación difusa, enormes medallones decorativos y sus columnas monolíticas que te dejan con la boca abierta.
En la segunda planta de la basílica se encuentran diversos mosaicos de gran interés histórico. La temática es fundamentalmente religiosa pero no se descuida el aspecto propagandístico del poder, con sus pequeñas o grandes teselas, que combinan unos juegos muy coloristas e impactantes. Donde los artistas te muestran, con total minuciosidad, hasta los mas ínfimos detalles de los rostros representados, vestimentas, joyas, paisajes, etc. El mosaico más destacado muestra al emperador Constantino y a la emperatriz Zoe adorando a Cristo.
Este mosaíco data del s. XI Cristo Pantocrátor, vestido con la túnica azul oscuro (como siempre la costumbre en el arte bizantino), está sentado en el centro sobre un fondo dorado, dando su bendición con la mano derecha y sosteniendo la Biblia en su mano izquierda. A ambos lados de su cabeza son los monogramas IC y XC (cristograma o representación simbólica de la figura de Cristo). Está flanqueado por Constantino IX Monómaco y la emperatriz Zoe, ambos en trajes de ceremonia. Se está ofreciendo una cartera, como símbolo de la donación que hizo a la iglesia, mientras que ella está sosteniendo un pergamino, símbolo de las donaciones que hizo.
Estaba ante una de las representaciones mas famosas y su visión me hizo recapacitar en lo que el mundo ha cambiado, el artista o artistas se habían implicado en la obra casi diez siglos antes de que yo pudiera recrearme con ella. Zoe, emperatriz del imperio bizantino que antes de casarse con su tercer y último marido Constantino IX, había llevado una vida de intrigas, amantes y asesinatos. Terminó sus días abandonada por su marido y dilapidando el Tesoro del Estado. Allí la tenía ante mi, estaba como soñando disfrutando de todo aquello, cuando de pronto detrás de mi había una pareja italiana que daba muestras de su aburrimiento, no podía comprenderlo y dirigiéndome a ellos les pregunté ¿no os gusta? Y el hombre me dijo ¡no!, está “in fieri”. Para esta pareja, la magnifica obra de teselas colocadas con gran brillantez y colorido perfectamente dispuesto, la consideraban “por hacer”, es decir toda la maravilla allí representada estaba incompleta por el mero hecho de que algunas teselas se habían deteriorado por el tiempo o tenía algún pequeño trozo de la figura de Zoe incompleto.
¡Cuánta insensatez!, la obra visitada por millones de personas a lo largo de su vida, aclamada por artistas, escritores, pintores, arquitectos, museístas etc., no representaba para ellos nada, estaba in fieri, estaba por acabar. Al instante me vino a la cabeza la grandeza de ser humano capaz de realizar grandes obras en la vida, grandes proezas, sacrificios, entregas, etc., y que por un descuido en su vida, está “in fieri”. ¿No es triste? Pero a su vez denota exigencia, lo malo es que los exigentes suelen serlo con los demás y nunca con ellos mismos. ¿Qué sería de nuestras vidas si por un pequeño “roto”, en nuestro quehacer, no reconocieran la belleza de lo vivido?   Menos mal que quién nos tiene que juzgar no piensa como nosotros.

Artículo de José Antonio Puig Camps para blog 16.02.2012

La "Cultivation"

 A los seres humanos del presente nos preocupa, en general, el estado del mundo. No en vano estamos conectados a toda clase de aparatos audiovisuales que nos informan constantemente sobre ello, enviándonos además perversos mensajes contradictorios. Junto a imágenes de destrucción y violencia que rozan, por su horror, lo indescriptible, recibimos, por otro lado, imágenes de satisfacción y placer absolutos, que inducen a creer que, para esos seres ¿afortunados? el paraíso está en la tierra. Dos situaciones diferentes “miedo” y “placer”, pero estímulos simultáneos de efecto contrario que generan en nosotros lo que los psicólogos eufemizan como una "disfunción grave" que alcanza un grado de patología tan agudo como es la esquizofrenia.
René Thom, matemático francés, planteaba a finales de 1950 su “teoría de las catástrofes” una cosa bastante compleja pero interesante al aplicarse al comportamiento competitivo del ser humano y otras aplicaciones sociológicas. Esta teoría de las catástrofes, la fundamentó argumentalmente Christopher Zeeman en una experiencia conocida como el “perro de Zeeman”. Cuyo experimento (basado en una observación del etólogo Konrad LORENZ) mostraba como observando la expresión facial de un perro, se reflejan o el enfado (enseñar los dientes) o el miedo (agachar las orejas). Si está enfadado, el perro atacará; si tiene miedo, huirá. Ambos impulsos son contrarios y se anulan entre sí. Un perro no puede huir y atacar a la vez. ¿Qué conducta será previsible cuando el perro esté sometido, simultánea y progresivamente, a los dos estímulos? El modelo de ZEEMAN muestra que la probabilidad de un comportamiento u otro -ataque o sumisión- es impredecible: de forma súbita, se producirá una "catástrofe" (o ruptura), bien hacia el ataque, bien hacia la huida.
Los medios de comunicación del mundo contemporáneo someten a los espectadores a un proceso semejante, sólo que mucho más complejo. Los seres humanos asisten, sin apenas resistirse, a un tratamiento simultáneo de violencia y miedo, organizado por medios de comunicación de extensión mundial, que se introducen en la vida íntima de los individuos y son capaces de alterar y condicionar sus mecanismos psicológicos básicos, interviniendo en sus decisiones, actuaciones y omisiones ¿Qué conducta será previsible en esos seres humanos sometidos a esos estímulos?.
Presenciamos en este inicio del siglo XXI, un aluvión informativo, prensa, radio, televisión, internet, redes sociales, charlas, conferencias, etc. que se prevé aún mayor y mas fácil de obtener, que somete al ser humano a un proceso conocido como “cultivation” o formación mental. Un agotamiento mental de información que le hace actuar mas como un zombi, esa figura legendaria propia de regiones que se practica el vudú, donde el ser humano actúa como privado de libertad, que como un ser capaz de elegir y tomar sus propias decisiones.
No somos capaces de digerir tanta información, Graham Wallas (Formación mental y crisis mundial), expone su teoría de la incubación creativa, según la cual es esencial el descanso y la pausa para que nuestra mente obtenga sus mejores resultados. La incubación, fase posterior a la de información, es vital para obtener resultados creativos.

Autor: José Antonio Puig Camps (mayo 2012

El parloteo en los medios de comunicación

Cualquier consulta que hagamos sobre lo que se entiende por “noticia”, nos dirá que es el relato de un texto informativo, que se refiere a un hecho novedoso o no muy común. De sus muchas características, una de ellas es la de ser veraz, es decir, los hechos o sucesos deben ser verdaderos y, por lo tanto, verificables; también debe ser objetiva, clara, oportuna, etc. En los medios de comunicación masiva o mass media, la noticia es un género periodístico donde los grandes medios de comunicación, como por ejemplo, “Clarín” en Argentina o “Prisa” en España, están subordinados a poderosos grupos de empresarios, de tal manera que la noticia se da, no con objetividad, sino para la consecución de objeticos económicos, políticos o sociales y que, por lo tanto, trasciende la comunicación objetiva.
Por otra parte existen noticias que son dadas en medios de gran audiencia, como la TV, por personas que sin formación adecuada para la noticia que están dando, son capaces de decir cualquier cosa con tal de cubrir el tiempo de un espacio, que obviamente da beneficios a la emisora. Así, si uno pone la televisión en cualquiera de los muchos espacios tertulianos observará intervinientes que, al igual que otras veces ha hablado de la vida de los famosos o de cualquier otra futilidad, ahora son capaces de hacerlo de la prima de riesgo, de macroeconomía, del capital circulante o, por qué no, de la economía mundial, y encima dar consejos con la mayor desvergüenza. Cientos de voces se alzan en decenas de programas dando consejo de cómo hacer las cosas en la economía, en la política o en lo social de España, y uno se pregunta ¿Por qué tanto parloteo en los medios de comunicación? ¿a quien puede favorecer tal anarquía de opiniones sin criterio alguno?. 
Asistimos a un monólogo, es decir una forma de organizar la participación ciudadana donde existe un discurso dominante (y en la mayoría de los casos sin conocimiento alguno), una élite que lo controla y, en el mejor de los casos, una ciudadanía apática y sin capacidad para transmitir opiniones propias. Todo el mundo es capaz de meter la cuchara en ese cazo de la marcha de nuestro país o de cualquier otra cuestión por elevada intelectualmente que sea. Al igual que se discute de futbol, entrenadores, estrategias deportivas o arbitrajes, se discute también de religión, política, economía, sociología o lo que sea. Nada importa y todo vale, es el relativismo de la opinión pública donde cualquiera por inútil, zafio y equivocado que esté, por el mero hecho de salir en TV se transforma (¡nada por aquí, nada por allá!) en un ciudadano digno de ser escuchado y cuyo parloteo mantiene al “gran público televisivo” con la boca abierta.
Ahora todo el mundo habla, es un monólogo continuo donde las opiniones se multiplican anárquicamente y, donde, por supuesto, nadie parece capaz de canalizarlas para alcanzar algún resultado concreto. No existe diálogo ni conclusión; se habla por hablar, y lo único que se acaba percibiendo es un rumor de frases solapadas y no identificadas que imposibilitan la discusión. No importa que el parloteo de los medios, ponga a la gente nerviosa, desconfiada, apática y que la imagen que damos, al exterior de nuestro país, sea de una falta de seguridad, de conocimientos, de confianza, de seriedad, de orden. No importa que todo valga, no importa ya que un vicepresidente del gobierno anterior, ahora da consejos al actual, sin importarle que pensemos por qué no lo hizo antes. Todo vale en este zigzagueante camino, que de no impedirlo, nos conduzca a la perdida de todo lo conseguido, que fue y sigue siendo mucho.
Se dice que falta dialogo entre los políticos, pero ¿qué tipo de dialogo?. Para mi el diálogo representaría aquella forma de participación ciudadana estructurada a partir de espacios de conflicto específicos y de la presencia de actores informados e interesados en los temas objeto de debate. El diálogo, por tanto, focalizaría la atención de los participantes en un abanico limitado de asuntos, clarificaría la posición de los actores respecto a los mismos y, a través de escuchar y rebatir, permitiría alcanzar soluciones operativas. Es evidente que ahora tenemos un exceso de monólogo (por los interés creados de sindicatos y partidos) y de parloteo (de quien no tiene el poder y quiere alcanzarlo a costa de lo que sea), y un gran déficit de diálogo. Todo el mundo quiere aprovecharse de una situación en caída libre, pero son pocos los que están reaccionando con sentido común, con aplomo, con responsabilidad, con gallardía. Los medios de comunicación de masas deberían ser mas sensatos, mas “patrióticos” si se me permite la expresión y transmitir la noticia veraz, objetiva, y que permita a la audiencia ser capaz de valorar mas a los que saben y promueven el dialogo, que la de los que no saben y conducen al monologo y al parloteo. Siempre estamos a tiempo.
José Antonio Puig Camps 27-07-2012